Conoce cómo establecer tus precios basado en tus costos fijos y ganancias esperadas

Estás decidido, tienes el talento, el conocimiento y las ganas de hacer trabajos freelance, pero no sabes cuánto cobrar. Tienes clientes interesados. De hecho, ya te solicitaron un presupuesto para un proyecto.

Como no estás seguro sobre el valor de tus servicios, te preguntas: ¿Cuánto cobrar por un freelance, un logo, una página web, una sesión de fotos…?

Ya seas programador web, consultor de marketing, diseñador gráfico, escritor?

Primero, para saber cuánto cobrar, es importante que tengas en cuenta que tus tarifas deben ser atractivas para el cliente y rentables para ti.

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Si quieres saber cuánto cobrar por un freelance, te damos una guía para determinar tus tarifas:

Ingresos deseados y tiempo disponible

Lo primero es saber qué tanto dinero necesitas para cubrir tus costos de vida. También, cuántos proyectos eres capaz de cubrir en un determinado período.

Esto te permitirá establecer un costo por tiempo.

Primero pregúntate en cuánto tiempo puedes completar un proyecto o proyectos determinados.

Luego crea un “costo de operaciones” basado en tus necesidades personales:

  • Alimentación
  • Transporte
  • Energía eléctrica
  • Teléfono
  • Impuestos
  • Equipo
  • Gastos médicos
  • etc.

A esto agrégale un margen de utilidades deseado: 10, 20 o 30%. Depende de la dificultad del trabajo que realices o la facilidad para venderlo.

Una vez que tienes establecido tu costo de operaciones, agrega un recargo por imprevistos ante la posibilidad de que algo inesperado ocurra, como que tu computadora deba ser reparada de emergencia o debas comprar un equipo nuevo.

Una vez colocado ese recargo tienes una especie de «sueldo deseado» sobre el cual trabajar tu tarifa.

Para calcular un costo por hora, evalúa cuántos proyectos cubres en un período de tiempo establecido y distribuye entre ellos tu sueldo deseado.

Algunos aconsejan multiplicar ese número por 1.5 o 2, ya que debes pagar tus propios impuestos y el trabajo freelance es de menos horas.

No te preocupes. Las empresas también recargan todos sus costos operativos a sus tarifas. Así que difícilmente tu precio estará en desventaja respecto a eso.

Un ejemplo:

Si tu sueldo deseado es de $1,200, la cantidad de horas laborales de ley es de 160 horas, y puedes cubrir dos proyectos en un mes invirtiendo una cantidad, digamos, de 100 horas; al dividir $1,200 entre 100 te da $12 por hora.

Si eso lo multiplicas por 2, te da una tarifa de $24 por hora.

Nada mal ¿cierto?

Con esa tarifa en mente, puedes estimar cuánto cobrarás por un proyecto en el mes. Así podrás presentar un presupuesto y a la vez calcular cuanto cobrar si se te solicitan servicios adicionales.

¿Cobrar por hora o cobrar por obra?

Depende del trabajo que realices. La anterior es una forma sencilla de calcular una tarifa y te permite establecer tanto un presupuesto fijo como un cobro por horas.

Conoce más sobre cómo establecer tus tarifas por hora aquí.

Ten en cuenta que no es igual ofrecer un producto entregable –un diseño web o artes para una revista– que un servicio intangible –como en el caso de los consultores.

Además, existe una diferencia entre partir desde cero y trabajar sobre lo que ya está hecho.

Generalmente, si inicias desde cero es posible que debas hacer varias propuestas iniciales para aprobación antes de arrancar con el trabajo como tal.

Mientras, en un trabajo ya iniciado, puedes dar una mirada general y estimar el nivel de dificultad y tiempo que requerirás.

Basado en estos factores, debes determinar con tu cliente cuáles son los objetivos a cumplir. Es decir, qué recibirá él al final del proyecto.

Se debe considerar qué cantidad de cambios puede requerir el trabajo antes de su finalización. También, si existe la posibilidad de exceder las horas estipuladas para completar el servicio.

Si el proyecto tiene un plazo cerrado de entrega, lo mejor es elaborar un presupuesto fijo y redactar las condiciones bajo las cuales se realizará.

Esto lo puedes determinar en función de la duración del proyecto en días calendario y del nivel de involucramiento que requerirá, y no de las horas como tales.

¿Cómo?

Por ejemplo, si eres programador, probablemente puedas armar un sitio web en 4 horas. Pero no vas a cobrar solo 4 horas, porque es un trabajo que involucra un conocimiento especializado.

También es posible que esas “4 horas” se transformen en ocho reuniones con el cliente, uno o dos cambios de diseño, agregar una página, quitar otra, cambiar imágenes, etc.

Es decir que lo que debes tener en cuenta no es el tiempo que te tardarías tú solo, sino la duración total en la cual el cliente te puede pedir algunos cambios o lo que deberás esperar mientras te aprueba el proyecto.

Otra opción es cobrar por fases:

Supongamos que eres un ingeniero mecánico y te piden el diseño y construcción de cierta maquinaria. Luego deberás enseñar cómo se opera.

Puedes presentar un presupuesto dividido en esas tres etapas:

  • Diseño
  • Construcción
  • Capacitación

No olvides delimitar siempre el alcance de cada etapa. Determina en cada una qué recibirá el cliente al final de cada una, cuántas veces puede solicitar cambios, cuántas reuniones de trabajo se harán, etc.

Dificultad técnica del proyecto

Un aspecto que no siempre se tiene en cuenta al inicio es la diferencia en el grado de tecnicismo que requieren los diferentes tipos de trabajo.

Es erróneo establecer una solo tarifa para todos.

Por ejemplo, si eres corrector de textos, no será nunca igual corregir una novela que un estudio lleno de tecnicismos en donde, incluso, pueda que debas corroborar datos del documento.

Supongamos que cobras $0.02 por palabra corregida en un libro de cuentos infantiles. Pero si es un documento con un título como “Técnicas para la implementación de sistemas de riego por goteo en cultivos hidropónicos con semillas híbridas”, talvez desees reconsiderar esos dos centavos por palabra.

Obviamente, deberás leer con más atención antes de realizar cualquier cambio en un documento así.

Siempre verifica el nivel de dificultad:

Es tu experiencia previa la que te dirá qué trabajos serán más fáciles y cuáles no tanto. Eso te ayudará a segmentar tus tarifas.

Precios del mercado

Algo importante que debes hacer es mantenerte informado sobre los precios del mercado.

Puedes consultar en la red el precio de empresas que ofrecen servicios similares y ver si tus tarifas son competitivas y rentables.

Enfócate en ver el mercado regional. Las economías varían mucho en regiones más lejanas.

Toma tu tiempo para delimitar tu mercado y segmentar los tipos de cliente o de proyecto que atiendes. Con base en eso, puedes establecer tarifas para que siempre sepas cuanto cobrar.

Anótalo todo como precios de referencia, pero sé flexible a la hora de asignar el presupuesto final. Sobre todo si se trata de trabajos recurrentes o con buen volumen.

Un cliente que te garantice un trabajo al mes puede tener mejor tarifa que uno que te encargue uno al año.

No lo olvides:

Consulta regularmente los precios del mercado, teniendo en cuenta que la economía es fluctuante.

No debes mantener las mismas tarifas por años, ya que con el pasar del tiempo tus gastos aumentan, y tú además tienes más conocimientos.

Actualízate con los precios. Investiga sobre diferentes métodos para establecer tarifas y no temas cobrar mejor por un trabajo más especializado cada vez.

Consulta el presupuesto al cliente

Siempre que hables con un cliente, pregúntale qué presupuesto ha considerado para su realización.

Desde luego, eso es para saber si te conviene aceptar el proyecto y para negociar el precio. Pero también para saber si la tarifa que has calculado es muy alta, muy baja, etc.

Así podrás realizar los ajustes necesarios.

Por último pero no menos importante…

Una vez que empieces a ejecutar el proyecto, procura llevar un récord de las horas reales que inviertes.

Ese tiempo que no fue utilizado en el desarrollo como tal, pero que sí implica dedicarlo al proyecto: llamadas, redactar informes, almuerzos de trabajo… O si tuviste que comprar consumibles adicionales que no tenías contemplados (impresiones, prototipos, etc).

Al finalizar saca una “liquidación” del proyecto. Luego, haz los ajustes pertinentes, en caso de ser necesario para que en futuros proyectos sepas cuánto cobrar.

Pon manos a la obra: Haz tus números, establece tus tarifas freelance y a vender se ha dicho.

¡Suerte y muchos éxitos!

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