¿Es posible lograr el equilibrio en la vida laboral y familiar?

El paso de trabajar como empleado, con un horario como el común de 9:00 a 17:00, a establecerse como trabajador autónomo suele ir acompañado de una sensación inicial de libertad. De la adrenalina de ser nuestro propio jefe y del camino, al principio incierto, que se presenta ante nosotros con multitud de posibilidades.

Cuando la jornada laboral parece que no acaba

¿Por qué si los autónomos tienen la capacidad de diseñar su propio horario, tan flexible como decidan, en tantas ocasiones trabajan muchas más horas que las ocho habituales de cualquier empleado? ¿Es debido a la motivación por su propio proyecto? ¿O a que todo el trabajo realizado va en beneficio suyo y no de otros? En parte sí. Muchas veces podemos llegar a exigirnos más que lo que otros puedan exigirnos. Pero a esto se añade el hecho de que la mayoría de trabajadores independientes hallan difícil separar el tiempo de trabajo del tiempo familiar, de ocio o de relajación.

Muchos establecen su puesto de trabajo en casa. Por ello, puede resultar difícil saber cuándo desconectar y acabar la jornada de trabajo cuando no tenemos que desplazarnos físicamente de nuestro entorno laboral. Por eso es fundamental tener un espacio definido de trabajo. Ya sea una pequeña oficina en casa, un escritorio, taller o simplemente un rincón habilitado especialmente para nuestra actividad. Algo muy habitual hoy en día es optar por espacios compartidos de trabajo que reúnen a varios autónomos. Esto les permiten salir de su domicilio personal, además de tener la ventaja de contar con compañeros, algo que no es común en quienes trabajan por su cuenta.

Cómo lograr el ansiado equilibrio

Desconectar es necesario para nuestro propio bienestar, no saber cuándo parar ni cómo relajarse acaba pasándonos factura. En el caso de los autónomos, encontrar el momento de relajación, al igual que de descanso, es una decisión que se debe tomar conscientemente.

  1. Fuera dispositivos electrónicos

Después de un día de trabajo, para poder relajarnos de verdad, lo mejor es apagar todos los dispositivos. Desconectar el ordenador, silenciar el móvil o, directamente, apagarlo para poder resistir la tentación de consultar correos ni actualizaciones, todo puede esperar a mañana. Estaremos más relajado, el tiempo sin pantallas ayuda a conciliar mejor el sueño. La familia nos agradecerá que estemos más presente, podremos aliviar tensiones y ocupar la mente en otras cosas.

  1. Centra la atención en algo que te relaje

Cada persona tiene una forma distinta de relajarse. De desconectar de la lista de tareas que tiene ante sí cada día. Ya sea al final de la jornada, o ¿por qué no? en cualquier punto del día en que estemos abotargados y necesitemos un respiro, ayuda centrar la atención en algo que disfrutemos. Cualquier actividad o afición que nos permita hacer una pausa. Dejar de pensar en todo lo que tenemos por delante.

Algunos se relajan siguiendo una serie, viendo un programa o una película, otros prefieren salir a tomar el aire, se dedican por un momento a su afición a la jardinería o aprovechan para hacer la compra de la semana. El caso es ocupar nuestra atención en otra actividad. Si es algo que requiere concentración, pero con lo que disfrutamos, como pueda ser centrarse en un juego, como el solitario o una partida de póker en línea; ese cambio del foco de atención puede resultar muy beneficioso.

  1. Es hora de hacer algo de ejercicio

Especialmente si pasamos largas horas sentados mirando una pantalla, e incluso si no es el caso, el ejercicio físico siempre es un buen aliado para eliminar la tensión. Ayuda a mantener nuestro cuerpo y espalda sanos, mejorar el apetito y el sueño, y hasta nuestro estado de ánimo.

Es clave para llevar una vida sana y equilibrada, tanto física como mentalmente. Concentrarnos en el ejercicio es similar a realizar una sesión de meditación. Nuestra mente se ocupa en esa actividad por un momento. Así se libera del estrés y del ir y venir de pensamientos y preocupaciones.

Por supuesto, la clave está en encontrar lo que funciona para cada persona. No sirve forzar algo que no se va a mantener más allá de un segundo día. Puede ser algo sencillo y no tiene por qué requerir una suscripción a un gimnasio. Desde salir a dar un paseo, a una clase de baile o practicar un deporte. Incluso mejor con amigos. Establecer una rutina de cuidado ayuda a no descuidarse y a incorporar ese tiempo en nuestro día a día.

  1. No caigas en la tentación de responder fuera del horario de trabajo

Si hemos decidido nuestro tiempo libre, ya sea por las noches o los fines de semana, es importante no responder a ese correo que llega tarde, o que el cliente ha decidido adelantar enviando un domingo. Salvo contactas excepciones, respetar nuestro horario. Aparte de darnos mayor credibilidad como profesionales, nos hará más productivos durante nuestro horario activo de trabajo.

Es posible lograr un equilibrio entre la vida profesional y personal y poder sacar el máximo partido de la flexibilidad de trabajar por cuenta propia.

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